El íntimo espacio de Lara

*Recorrer la Casa Museo Agustín Lara en Tlacotalpan es entrar a un pequeño nicho donde se veneran los años gloriosos de “El Flaco de Oro” y donde cada objeto evoca su existencia

Inés Tabal G

Tlacotalpan, Ver.- Cada rincón de la casa guarda una fotografía, caricatura y recuerdo que mantiene vivo a “El Músico Poeta” y sus años de gloria que lo hicieron convertirse en casi un héroe para este pequeño municipio.

Ubicada en el centro de Tlacotalpan, la fachada azul con unas teclas de piano que adornan su techado, hace que este punto sea imperdible para los viajeros que se adentran a la intimidad de este hogar.

Recorrer la Casa Museo Agustín Lara es entrar a un pequeño nicho donde se veneran los años gloriosos de “El Flaco de Oro” y donde cada objeto evoca su existencia.

Este inmueble de tonos oscuros donde apenas y entran los rayos del sol, con muebles de madera y recuerdos de antaño, fue propiedad de Yolanda Santa Cruz Gasca, mejor conocida como “Yiyi Gasca”, la viuda de Lara y la última de sus parejas que reconoció.

“La señora Yiyi Gasca fue bailarina de ballet y compositora. Fue el matrimonio más largo que tuvo Lara, después de María Félix. La señora vino de visita a Tlacotalpan después de que falleció Agustín y compró esta casa, porque le gustó para vivir”, dice el guía del museo, Jorge Solano, con un diálogo que se aprendió de memoria de tanto que lo repite.

Para entrar a este lugar solo debes de dar 20 pesos como cuota de recuperación. Una vez pagada la entrada verás dos habitaciones que conforman el pequeño museo dedicado a la vida y existo de este cantante de bolero.

Gran parte de los objetos que se conservan fueron traídos de su hogar en Polanco, donde “El músico poeta” vivió con María Félix, su musa principal.

Las fotos y caricaturas que resaltan a la vista en un hermoso collage, tapizan cada una de las paredes de esta sala y los instrumentos musicales que están presentes en este espacio, conservan aún la vitalidad con la que algún día fueron tocados.

Un piano color negro de estilo contemporáneo con las teclas desgastadas, llama la atención de los viajeros. De acuerdo con Jorge, este fue el primer instrumento que tocó Lara, quien a sus 7 años ya mostraba una gran habilidad artística.

Tiras cómicas, botellas de vino, cerveza, electrodomésticos de más de 30 años de antigüedad y medallas con su rostro son otras cosas que no creerás que existían y que dan fe de la popularidad que tenía el cantante tlacotalpeño.

En medio de un librero de madera un gran retrato de Yiyi cuelga de las paredes, al fondo la música de bolero ambienta el espacio cultural dedicado a Lara.

Hasta el fondo del hogar, el patio y cocina fue trasformado en cafetería que abre sus puertas de lunes a domingo de 11:00 de la mañana a 9:00 de la noche.

Junto a esa cafetería se encuentra la habitación de Yiyi, el último amor de “El Flaco de Oro”. La cama, baño y espejos permanece tal y como la señora los dejó antes de morir, en febrero del 2017.

Parte de sus cenizas también reposan en este lugar dedica al que fue uno los músicos veracruzanos más reconocidos de la época de antaño del bolero mexicano.

 

 

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